31/3/14

T.F.: Demostración con lógica aplastante, sobre la existencia de las almas gemelas.


Algo pretencioso el título, sobre todo para lo que va a ser el contenido, aunque se antoja curioso; si el razonamiento es incuestionable poseyendo sentido común en grado sumo, la lógica será imperativa.
No obstante lo que más me gusta y con lo que más aprendo, es cuando alguien discrepa de mi juicio y me demuestra que ando sumido en un error (dando la razón poco se le aporta a la persona) sobre todo en casos como este donde presupongo que la verdad se encuentra bien enfocada, ya que la pequeña reflexión es tan básica como sensata.



Si bien muchos cuando escuchamos hablar del alma gemela, automáticamente lo asociamos a un sentido mágico, como si una persona de todo el cosmos estuviera hecha a la medida de nosotros, alguien que por fuerzas divinas o maravillosas va ingresar en nuestras vidas, constituyéndonos en la más alta categoría de amor.
Surgiendo de la memoria el mito griego de Platón, que nos narraba como Zeus receloso de la capacidad de los seres humanos, pues ostentaban los dominios de los dioses, tomando empleo de sus rayos decidió acabar con tal amenaza partiendo a estos seres por en medio.
Así las personas, cuya anatomía la formaban ambos sexos con dos pares de brazos y piernas, pasó a ser la mitad y sin poder rivalizar o desafiar ya a los dioses, su máximo interés radicaría en vagar por la tierra en busca de hallar su otra parte.
También para quienes lo conozcan, con el concepto del alma gemela puede acudir al recuerdo, lo que nos relatan algunas ramificaciones del budismo e hinduismo o escuelas y sectas tanto de esas religiones como independientes, las cuales nos explican que durante el paso de todas nuestras vidas nos encontramos impulsados a contactar con el único otro alma que nos complementa por completo. Aunque si bien, no en todas las reencarnaciones nos topamos con ese ser, estamos empujados a su descubrimiento.
Cuando ambos se hallan, se produce una relación de amor sin igual. Y si esto no acontece, tenemos otros compañeros de viaje que también reiteran en nuestras existencias, con los que podemos tener mejor o peores vinculaciones e incluso con un reducido número, correspondencias amorosas, pero que nunca llegarán a igual nivel que con nuestra alma gemela.


  
Entonces ¿cómo razonar racionalmente entre argumentos tan mágicos? Desde luego que no recorriendo estos mismos caminos místicos o teológicos.


La siguiente exposición, que no puede ser más humilde, parte de un ejemplo fundamentado en matemáticas básicas.
Por lo que deseo no marear, ya que para algunos cuando vemos números en un escrito, su comprensión se nos vuelve más complicada, aunque espero que este no sea el caso, ya que las operaciones no pueden ser más simples y al fin y al cabo, sólo son empleadas en un pretexto para reflejar una sencilla realidad.




Bien, comencemos.


Ya que siempre hablo en masculino, por repartir tomemos para el caso a una mujer cualquiera, alguien normal y corriente, una mujer promedio. Esta persona vivirá en nuestro mundo poblado por 7.000 millones de habitantes, donde al rededor del 50% son hombres.


Así que esta mujer que es heterosexual, tendrá a 3.500.000.000 potenciales parejas.


Pero como no padece de pedofilia ni gerontofilia, buscará a alguien de su rango de edad aproximadamente (década arriba, década abajo) por lo que el número de posibles candidatos se reduce a un 25% obteniendo un resultado de 1.750.000.000 hombres con lo que mantener una relación.


Aunque un rango de edad aproximado sea una característica común que comparten la amplia mayoría de las parejas, no es un factor determinante. Con lo cual no por edad se conforma una relación y de ese 1.750 millones de hombres, con la parte del 80% ni existirá atracción, ni podrá haber una conexión suficiente y como mucho participarán de una ligera amistad.


Con lo que conseguimos a 350.000.000 de ahora sí, posibles parejas.
Lo que vendría a ser los habitantes de un continente no demasiado habitado, un número que no está nada mal.
Pero nos encontramos a niveles mínimos, en unos tipos de romances de una o de pocas noches, o de los más paupérrimos que acabarían en separación o en concomitancia anodina.


Así que subamos el listón y vayamos a por un vínculo más sano eliminando a un 85% de esos “peores” hombres con los que se tiraría los platos a la cabeza.
El resultado es que la mujer promedio podría estar con 52.500.000 hombres en una relación amorosa de mediana amistad
Algo que se puede deteriorar con el tiempo y que no asegura un grato emparejamiento, pero que al menos tendrá garantizada cierta compresión y complicidad.
52 millones y medio son los habitantes de un país grande, con lo que a la mujer promedio no le faltarán posibilidades de tener varias relaciones a lo largo de su vida.


Ahora sí que vayamos por fin a por un amorío algo más profundo, lo que podría ser una relación estándar para la mujer promedio. Para ello eliminemos al 75% de los menos afines y lograremos a 13.125.000 de hombres con los que poder mantener una unión de por vida.
Llegados a este punto habrá a quienes les parezca que hemos quitado demasiado, por el contrario otros opinarán que quizás hemos eliminado poco.
Según los números, esta mujer tendrá como resultado que 1 de cada 132 hombres en su rango de edad que vaya conociendo a lo largo de su vida, le resultará viable como pareja con la que poder poseer una relación normal.
Quizás por exceso o por carencia de cifras, nos estemos alejando de la realidad de la persona promedio, pero lo importante es seguir el hilo conductor para aceptar la conclusión final.


Bien, adentrémonos de una vez en el amor, no con mayúsculas pero sí de cierta calidad, para eso eliminemos a un 80% de esos hombres que apenas aportan felicidad, quedándonos con 2.625.000 con los que poder tener una relación afable, que cubra necesidades.

Parece que ya empieza a ser casi una lotería encontrar a alguno de esos poco más de 2 millones y medio, y contamos con que sólo estamos en una relación poco trascendente. Para que fuera una sentimental de verdad no nos serviría ni el 5% de esos compañeros.


131.250 de hombres es el resultado de ese 5%, pero busquemos algo más perfecto; una complicidad química, personal e intelectual.
Con tal exigencia, ya caminaríamos en terrenos que empiezan a ser demasiado complicados en la coincidencia de encontrarse por la vida. No llegando ni un 2% de estos
131.250 buenos amigos-amantes ineficientes a la hora de ser un amante virtuoso, que realmente nos llegue de verdad.


Sólo 2.625 alcanzarían tanto y un 8% de ellos; 210, traspasaría la conexión en los planos principales, a un amor más elevado del que no poseen casi cualquier pareja.


De esos 210, con el 10% la complicidad será mayor que con los demás, pues en cualquier subgrupo siempre va a haber quien quieras y te quiera más, pero sólo 1 de los 21 que obtenemos como último resultado, sólo con ese, el amor será mayor que con todo el resto.


Por lo cual es indefectible que con una persona en todo el mundo, exista una relación de amor más pura que con los restantes, con ese alguien siempre conseguiremos mayor grado de satisfacción y de ese conjunto de los 21 últimos sólo con 1 con el que más.


Si bien ni números ni los porcentajes son evidentemente reales, pero a lo que se ha de darle importancia es a la sencilla línea de razonamiento.
Quizás el paso previo al alma gemela no sean 21 sino 50, quizás el punto de partida no sea tan superior sino un subconjunto más pequeño.


Pero es lógico pensar que con una persona de todas, vamos a estar mejor que con cualquiera. Puede que no esté hecha a nuestra medida o puede que sí, pero no habrá nadie mejor en este mundo.


De lo que pasaríamos de un planteamiento bonito y romántico (o según se vea aterrador) a uno mágico, es si queremos encontrar a esa persona de entre los 7.000.000 millones que habitamos el planeta.
Para eso nos trasladaríamos de la racionalidad a la fe en la fantasía.





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Demostración con lógica aplastante, sobre la existencia de las almas gemelas por Miguel_Tao se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.