27/8/13

Declaración de intenciones


Hubo una época, tras el tiempo de comunidades y foros, en mi opinión las mejores vías de expresión virtual que ha habido, donde los blogs se pusieron de moda. Tanto que estallaron cuantitativamente (y no de forma tan cualitativa) donde exagerando, casi cada persona poseía un blog.
Por esas fechas, donde visitaba a algunos, no se me pasaba por la cabeza tener uno propio. Ya que ni a nadie le iba a interesar lo que yo podría contar, ni se me hacía apetecible redactarlo, pues lo contemplaba con ciertos aires egocentristas, al menos, el top-star de aquella época.

Permaneciendo durante unos cuatro o cinco años siendo el eje central de internet, poco a poco fueron desplazados por las redes sociales (casualmente en paralelo también al surgimiento de los podcast, muchiiiísimo más desconocidos) que produjeron su total declive.
En la actualidad, todavía vivimos la etapa de las redes sociales que mantienen una buena salud hasta el momento y se desconoce, que será el próximo paso en el mundo virtual. Quizás medios de relación semi-impersonales como Twitter.

A día de hoy, pasados unos 15 años de mis primeras incursiones en la red, contemplo los blogs particulares casi extintos, como la mejor vía a lo que aspiro y nunca quise hacer; el expresar mis criterios y planteamientos más personales.
Aquellos pensamientos que nunca llegué a comentar con nadie, bien por intimidad o por lo inviable y tedioso que resultaría mantener un monólogo de un cuarto de hora, exponiendo un parecer, sin que alguien interrumpa.

Al carecer bastante de afán protagónico y en una constante lucha contra la necesidad de sentirme apreciado por los demás, algo tan humano que ocupa un escalafón relevante en la pirámide de Maslow, mi intención es contraria a la popularidad o el triunfado internauta.
Lo que aparte de estar alejado a mi voluntad, resultaría impracticable más que por el contenido, por la prolongación que poseerán los artículos. Con lo que pretendo y preveo que me lea nadie.
Siendo esto no más que un ejercicio con el que desprenderme de ideas arraigadas o tóxicas, como un medio de catarsis o al menos un intento, y si bien como poco, el sano y autodidáctico método de plasmar las ideas sobre el papel.
En el que por una vez, ya que escribo para mí mismo, no me voy a contener censurándome para poder sintetizar, ahorrando en extensión. Cuestión que echará para atrás a cualquier visitante fortuito.
Aunque si por un casual, alguien llega una vez a leer una entrada por entero, agradecería muchísimo cualquier comentario, pese a ser crítico, que en realidad no deja de ser los comentarios a más agradecer si son constructivos.

Sea como sea, por la experiencia vivida hace más de un lustro donde participaba donde caía y más de uno se apoderó de mi mierda lucrándose con ella, como en el caso de un pseudo-filósofo profesional, cuyo nombre no citaré pues debiera de ser vergüenza nacional o como en otra ocasión, donde un “periodista” liberal, empleó mis fundamentos ofrecidos en un debate para constituir una crónica. Por lo vivido y por lo visto, cada coma de cada artículo será registrada con licencia de Creative Commons under terms of Atribution and Non commercial, con jurisdicción internacional.
Por lo que si llegara a aparecer algún lector remoto que le interesara trasmitir por otro sitio un concepto aquí mostrado, tendría no sólo la obligación moral de citar la fuente, sino también el deber legal.
Y es que, tal y como dije anteriormente, el reconocimiento no me interesa en absoluto, pero esto se encuentra superado por la tropelía que me parece el que haya sujetos que se apropian de las ideas ajenas, para mostrarla como suyas originales.
No siendo únicamente una estafa para sus lectores y un estúpido alimento para su ego, si no que además supone el aprovechamiento miserable del trabajo ajeno para reproducirlo como propio, cuyo apropiamiento es de lo más semejante a un robo.
Y no es que me vaya a disponer a relatar concepciones sublimes o de un gran calado innovador, más bien, por el contrario, pueden ser criterios cutres o mediocres, pero no dejan de ser míos, sin haberlos escuchado jamás antes en ningún otro sitio, en lo que podría llamarse el trabajo o el aprendizaje intelectual de mi vida hasta el momento, por más pobretón que pueda llegar a resultar.

Así pues, un pie de escrito declarando algo así como; inspirado o extraído de un artículo de Miguel_Tao o algo similar, bastaría.
Y sin más, empiezo a ir soltando mi mierda.